
El Walden 7 nació como un espacio para vivir en comunidad de un modo autosuficiente tomando como referente la utopía Walden Dos de Frederic Skinner; una idea surgida en los talleres del arquitecto catalán Ricardo Bofill en los años 70, símbolo de una época, y donde intervinieron disciplinas como la filosofía, la psicología, la antropología, y muchas otras.
Se construyó en un antiguo solar de una fábrica de cemento en la periferia de Barcelona para una comunidad de unas mil personas. Las viviendas -todas distintas- son el resultante de la unión de módulos cuadrados de 30 metros: desde el estudio de un solo módulo hasta viviendas de cuatro.
Esta Ciudad en el Espacio -como se le denominó- es como un gran laberinto vertical formado por siete patios interiores comunicados a todos los niveles mediante circulaciones horizontales y verticales. Los callejones y pasadizos, bautizados por José Agustín Goytisolo, tienen nombres muy evocadores, como "Puente de los suspiros". En el Walden se potencia la actividad social, cultural y la solidaridad: es algo más que una comunidad de vecinos, es un proyecto de vida, un intento de volver a inventar la utopía aunque sea en una pequeña comunidad.
La utopía duró menos que las losetas que forraban el edificio. Sueños burgueses y noches en Bocaccio, mientras los trabajadores se amontonaban en insultos arquitetocnicos y urbanisticos en el extrarradio de Barcelona y las grandes ciudades. Goitisolo lo debe un epitafio al edificio Walden 7.
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